Mi día a día y mis pensamientos desde este precioso pueblo, gran desconocido en la geografía del País Vasco.

viernes, 27 de febrero de 2009

Días con luz días sin luz




Es curioso. Vuelvo a ver la luz desde mi ventana, ese sol que tanto añoro tras un triste y largo invierno lleno de agua, de nieve, de frio, de tristeza, de barro, de suciedad, de inundaciones, de impotencia, de crisis financiera, de crisis en la calle, "en la economía real" (como si vivieramos en un mundo ficticio) como dicen políticos y tertulistos algunos.

Vuelvo a ver el sol, mi piel vuelve a sentir el deseado calor de sus rayos, pero el cuerpo en vez de darme alegría y ganas de pasear, me da tristeza y hartazgo. La inactividad por la falta de trabajo, ese gris de cemento y hormigón, ese marrón del barro que me rodea todos los días en un triste polígono industrial anula toda la alegría que este tiempo debería de darme.

Por si fuera poco, los políticos acechandonos con su campaña electoral, prometiendo imposibles, tapando sus malas gestiones, sus enriquecimientos ilícitos, sus ansias por el poder no para mejorar lo que nos rodea sino para favorecer a unos o a otros, me quema por dentro.

Paseas un poco al lado del rio Granada que baja turbio y de nuevo el color del barro, seguramente por los movimientos de tierra cercanos en la omnipresente obra de "La Supersur", en ese vestigio de lo que fue la via de la franco belga.


Hay demasiada gente para ser solo las 12 del mediodía. Y no es que los numerosos jubilados que pueblan Trapagarán hayan ido a aprovechar los rayos de sol que nos regalan estos últimos días de febrero. Se ve mucha gente joven, gente que debería estar trabajando, paseando con sus familias, o sentados en un banco con los amigos. Desde lejos intuyes trozos de sus conversaciones. Versan sobre el paro, sobre como acaban de perder sus empleos, y sobre estos rayos de sol vuelvo a ver negros nubarrones sobre nuestro futuro.

Nos piden confianza, nos piden sacar esto todos adelante... No me digan como se ha ido todo al carajo. La misma historia de siempre. Unos pocos se habrán hecho mucho más ricos; a la gran mayoría sólo les quedará la esperanza y la dignidad, y a no pocos ni eso.

El domingo los unos y los otros dicen que las cosas cambiarán, que ellos harán de Euskadi un lugar mucho mejor donde vivir. Quizás sea cierto, pero no gracias a ellos.

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