De Sestao a Portu, una tarde cualquiera de invierno, en un gris atardecer. Aparco en Sestao. Un lugar arisco con viejas casas y vistas a la ría. Aquí, el duro y viejo Sestao se me transforma con la preciosa vista del puente colgante:
Aparecen los futuros remeros, en seguida remontan hacia Santurtzi y Las Arenas, hacia el mar en que un día bogarán buscando una nueva bandera de la Concha...
Está anocheciendo y el sol comienza a meterse bajo las plomizas nubes que acechan esta fría tarde ofreciéndome este espectáculo.
Llego a Portugalete, donde está el coloso Puente Colgante, Patrimonio de la Humanidad. Me evoca a Eiffel, al Siglo XIX comienzos del XX, donde el hierro que un día forjó Bizkaia fue tan importante, y además estoy en la cuna de la forja del Hierro donde a duras penas aún sobrevive lo que queda de aquellos Altos Hornos de Bizkaia.
Ya nada es arisco, me rindo al espectáculo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario