El seísmo de Haití, considerado por Naciones Unidas como el peor desastre de su historia, fragiliza aún más la vulnerabilidad de los niños que ya eran víctimas, antes del terremoto, de condiciones difíciles a causa de la descomposición de las familias, de la violencia doméstica o de la orfandad a causa del SIDA.
"Tememos que, tras la catástrofe, los miles de niños que vagabundean por las calles de Puerto Príncipe puedan ser víctimas de las redes de traficantes y que se reproduzcan situaciones como la del secuestro de 103 niños en Chad en 2007", comentó a ELMUNDO.es la portavoz del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), Véronique Taveau.
Según la portavoz, esta institución vigila la situación muy de cerca y está muy preocupada por la cuestión. Ya se han denunciado numerosos casos de abusos y de violencias sexuales contra menores y la organización ha desplegado a equipos especialmente formados para prevenir este tipo de situaciones.
Situación precaria anterior
Los niños de Haití luchan desde hace años para sobrevivir. De acuerdo con cifras de UNICEF 3,8 millones de infantes se encontraban en 2009 en una situación de extrema vulnerabilidad ya que, debido a la pobreza, habían entrado en un engranaje de privaciones y malos tratos.
Naciones Unidas estima que entre los dos millones de víctimas del seísmo el 48% tienen menos de 18 años. "Por el momento no podemos avanzar cifras pero la situación es preocupante ya que hemos visto a muchos niños errando por las calles, perdidos y hambrientos que necesitan urgentemente asistencia y apoyo psicológico", declaró Taveau.
"En estos momentos la cuestión de los niños abandonados es prioritaria para UNICEF. Tenemos sobre el terreno a equipos especialmente formados que están identificando a los niños, porque es muy importante darles un nombre saber quienes son y de donde vienen", señaló la representante de la organización que se ocupa de la infancia.
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