Mi día a día y mis pensamientos desde este precioso pueblo, gran desconocido en la geografía del País Vasco.

miércoles, 11 de marzo de 2009

11 M

Al recordarlo hoy una y otra vez escuchando la radio no he podido aguantarme una vez más. Una lágrima recorría mi mejilla ante la impotencia por lo que sucedió aquel desdichado día. Hace poco me sucedió lo mismo mientras escuchaba la canción "Jueves" de la Oreja de Van Gogh. No se si estamos todavía preparados para rememorar semejante dolor 5 años después, visto el resultado que me produce.

Aquel día no lo olvidaré nunca. Para mí supuso el vivir en primera persona lo que considero una revolución silenciosa que ocurrió en aquellos días. Amanecía soleado en Vitoria a pesar de ser Marzo, y recuerdo que no era un día frio. Llegue al almacén como cada mañana, y según entraba por la puerta escuché la noticia. Habían puesto una bomba en un tren y había por lo menos unos 60 muertos. Me indigné y enrabieté pensando que habían sido los de siempre, que habían liado una gordísima y que esta vez nada podría parar la voz de la calle contra el terrorismo de ETA (seguro que algunos pensaron lo mismo tras el secuestro y asesinato de Miguel Angel Blanco y mirad cómo estamos hoy todavía). Lo comenté en el trabajo y tras realizar unas gestiones volví al coche. Ya no era un tren, eran 3 y los muertos finales 191 y más de 1000 heridos. ETA se apresuró a desmentir su autoría, desde el País Vasco el tema se vivía con especial preocupación por las consecuencias del acto. Después, la reclamación de la autoría por parte de Al Quaeda, que para muchos supuso un alivio, a la vez que una nueva preocupación.

No es lo mismo vivirlo en primera persona. Había pasado el 11 S del 2001 en Nueva York, el mayor atentado de la historia. Todos nos quedamos alucinados, pero lo vivimos desde lejos. Sin embargo, todo esto trajo consecuencias. Restricción de libertades, sospechas sobre todo aquello que sonara a Árabe y dos guerras. 

Una contra Afganistan, como rabieta contra un régimen que apoyaba el terrorismo. Otra en Irak como venganza por el mal resultado de la Guerra del Golfo una década atrás y que "acabó" con la captura y muerte de Sadam Hussein. Hoy son guerras inacabadas que siguen provocando dolor y muerte entre inocentes, y que desde mi punto de vista nunca llegarán a buen puerto. De las guerras clásicas se ha pasado a las guerrillas y el terrorismo, formas de guerra con las que es casi imposible acabar con las armas. La muerte y la represión generan más muerte y represión en un inagotable círculo vicioso.

Llegó el 7 de Julio del 2005 de Londres con 56 muertos y 700 heridos. Como consecuencias, el transporte público de la urbe hecho un caos por las medidas de seguridad y la muerte de un ciudadano brasileño, Jean Charles de Menezes, cuyo único delito era el color de su piel y al que consideraban sospechoso de cometer un atentado (sospecha que luego se vio que era falsa).

Barbaries como estas de occidente suceden a diario en India, Irak, Afganistan... pero no les damos el valor que se merecen por ocurrir allí lejos. Acordémonos de aquel 11 M, honremos a los inocentes de los atentados de Madrid, y a todos aquellos inocentes que mueren cada día en hechos similares, sean en España, Oriente u Occidente. 

No volvamos a caer en el mismo error del 2004 de utilizar a los inocentes con fines políticos, el hecho más vergonzoso que he conocido en democracia, y busquemos una alianza de civilizaciones como decía algún político, donde se acabe con las desigualdades, la corrupción, y la muerte con democracia, transparencia y solidaridad. Para ello hace falta que la mayoría tenga voluntad.

Mi más sentido pésame a las familias y allegados de las víctimas del 11 M, de cualquier víctima de cualquier fecha en cualquier lugar del mundo.

En días como hoy más que nunca uno se da cuenta de que nuestro mundo debería ser mejor.

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