Llama la atención, y lo recomiendo con ansia antes de que todo este legado desaparezca, realizar el recorrido en cercanías desde Bilbao a Trapagarán para observar de cerca todo aquello que esta zona de la margen izquierda tuvo que ser y ahora ya no es. La desindustrialización de los años 1980, la terciarización de las actividades de esta zona y el boom inmobiliario han cambiado los márgenes de la ría y sus alrededores para siempre.
Yo, por la

zona de influencia en que me encuentro, me quedo siempre sorprendido por los abandonados terrenos y pabellones de la antigua Babcock & Wilcox, que parece serán en breve reconvertidos en un nuevo centro logístico unido por tren (de nuevo como hace dos siglos el tren como motor de la economía) con el puerto de Bilbao. También por los restos de un silo de cemento bajo el cual sigue pasando hoy en día el tren de cercanías. Así tanto por unos pabellones abandonados frente al Polígono Ibarzaharra que enigmáticamente levantados y sin terminar llevan años y años en desuso.
Como muestra del esplendor de esta zona en su día recojo este extracto editado por www.periodicoinformacion.com en su número 1624 de Octubre del 2006.
"La carrera industrial comenzó a finales del siglo XIX, «cuando se instalan en la pastilla del Nervión el futuro Altos Hornos, la primera fábrica siderúrgica del país; a su lado, La Naval, y enseguida Babcock Wilcox, L
a General, Aurrerá, Ferrovías...». Al otro lado de la colina, en la zona de Galindo, «se apostó por la industria cementera, con las canteras de Sestao». En las siguientes décadas el municipio experimentó una brutal explosión demográfica y urbanística. «Llegaban trabajadores de todo el Estado: Galicia, Andalucía, Castilla y León, Extremadura...».
Sestao, convertido en tractor indiscutible «no sólo de la economía vasca, sino también de la española», en su momento álgido dio empleo directo a casi 40.000 personas e inducido a 120.000. Corrían los años setenta: Altos Hornos empleaba a 12.000 trabajadores; La Naval a 6.000; Aurrerá a 1.000; Ferrovías a 500...
Pero la bonanza económica estaba a punto de finalizar de forma dramática. Los ochenta trajeron consigo reconversiones «salvajes» que cambiaron para siempre la cara de Sestao. Al cierre de Ferrovías siguió el de Aurrerá, las cementeras de Galindo y Altos Hornos, y las reconversiones de La Naval y Babcock Wilcox. La tasa de paro se disparó hasta el 30% y el municipio perdió 10.000 habitantes en apenas diez años."
El resultado de toda esta desindustrialización ha dejado vestigios preciosos para mantener en la retina, vestigios que en el fondo envidio. Economía productiva, de la de verdad, alejada del sector servicios y de la construcción que hoy nos invaden y que nos ha llevado a una burbuja tras otra. Es cierto que aquellas empresas cerraron porque no supieron o no pudieron adaptarse a nuevos tiempos, nuevos competidores y nuevas tecnologías, pero otras empresas han cogido el testigo y muchas más debieran haberlo hecho.
Para mí es curiosa la situación actual. Probablemente estemos en la entrada de una nueva reconversión por culpa de la famosa crisis. Con la banca mundial en quiebra, con la industria del automovil en suspensión de pagos, con el sector de promoción y construcción de viviendas en la UVI, con el consumo cayendo, con los macrocentros comerciales que han ido ocupando los terrenos que antes ocupaba la industria con cada día menos negocios funcionando tras haber matado a los del centro de nuestros pueblos y ciudades. Debemos girar de nuevo. ¿Hacia donde?
Hablan de nuevas tecnologías, neutrones, telecomunicaciones, energía
sostenible. Los parques tecnológicos deben ser el polo de nuestro futuro. Esperemos que sea así y no nos durmamos en los laureles.
Quizás, quien sabe, el Megapark y el Max Center acaben siendo cementerios de elefantes dentro de veinticinco años, tal y como ahora vemos a aquellas Babcock, La General, La Iberia, La Naval, etc. y acabe venerándolos y añorándolos como ahora lo hago con la vieja industria del XIX. Sólo habrá una diferencia, que a estos ídolos basados en el dinero y consumo los habré conocido en su apogeo.

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